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En el Maule, volver al origen nos hace bien

Fecha de Publicación: 2021-09-21

En el Maule, volver al origen nos hace bien
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Tenemos que recobrar aquellos espacios que nos vinculan con nuestras raíces y con el patrimonio local. ¿A qué nos referimos? A retornar a lo rural, a esos lugares que habíamos olvidado por la pandemia. Los sabores de la cocina chilena de campo; a montar a caballo de forma natural; al relato conmovedor de una artesana considerada tesoro humano vivo.

Loceras de Pilén En la localidad de Pilén, Cauquenes, varias mujeres vienen realizando por más de un siglo y a lo largo de tres generaciones, un trabajo en greda que tiene raíces en la alfarería prehispánica. Se trata de una cerámica campesina, de paredes gruesas y sin decoración, destinadas al uso diario y doméstico. Su labor es completa: tras moler la arcilla, la mojan para moldear con más facilidad sus obras, tradicionales pailas de greda, figuras decorativas como hornos a leña, guitarreras, pequeñas iglesias, nacimientos, animales, palmatorias, entre otras van saliendo de sus manos, a veces solo ayudadas de un palito de madera o una simple cuchara, ya que no usan el torno. Los objetos los recubren con un polvo rojizo que ellas mismas extraen de los cerros cercanos y los dejan secan a la sombra. Luego, encienden un fuego en el suelo y distribuyen las piezas para un cocimiento homogéneo. Las loceras de Pilén son mujeres de diversas edades, que realizan su trabajo individualmente, pero que en conjunto lo han hecho trascender. A tal punto, que fueron declaradas Tesoros Humanos Vivos, un reconocimiento que entrega el estado y que después reafirmó la Unesco, por su aporte al patrimonio cultural inmaterial.
Trinidad Lara, presidenta de la Agrupación Loceras de Pilén, aprendió el oficio a los 12 años y aunque trabajó como profesora toda su vida, nunca dejó la greda. Una vez jubilada, se dedicó por completo a confeccionar estos artefactos y a enseñar la técnica a otras personas. “No hay que dejar que este oficio muera, por eso hay que hacerle empeño no más, hay que seguir adelante. Me siento orgullosa de ser locera, me siento bien cuando dicen “las Loceras de Pilén”, no sé, es algo bonito; más cuando hago algo y me dicen: Oh, que le queda lindo”, afirma con orgullo. En Pilén, diversos mercados de la región y en la Feria de Cauquenes, es posible encontrar sus trabajos si quieres adquirirlos. La venta también es realizada de forma directa en sus hogares y de manera online en la Fundación Artesanías de Chile.

Caballos en Cordillerilla El caballo ha sido un compañero inseparable del huaso chileno. Y venir al campo nos da la oportunidad de compartir de cerca con estos nobles animales. El centro Ecuestre Cordillerilla, a 20 minutos de Curicó, tiene alternativas para pasear y aprender a montar, especialmente si andas con niños y buscas entretención en familia.
Este emprendimiento familiar, dirigido por Gabriel Azocar y Javiera Lozano, nace desde la pasión por los animales y la naturaleza, su bienestar y buen manejo. Por ello, desarrollan una experiencia diferente para quienes quieren montar por primera vez, y que se denomina equitación natural. Es un primer acercamiento, para grandes y chicos que no sepan cabalgar. Caballos La equitación natural postula que los entrenadores deben utilizar con el caballo la amabilidad, el lenguaje corporal y la confianza, jamás los gritos, golpes o fuerza bruta hacia el caballo. Se construye así una relación amistosa con el animal, en lugar de una relación tensa o de adversario. Los entrenadores creen que las técnicas naturales de equitación dan como resultado un caballo tranquilo, que coopera con su jinete en una asociación. Con esta técnica y de manera entretenida, en Cordillerilla puedes aprender conceptos de equilibrio, conducción, confianza y manejo del caballo en medio de huertos, empastadas y rutas entre cerros del fundo.

Sabores en Romeral El que viene apurado al Restaurante Colo Colo de Romeral, pierde su tiempo. Aquí, la atención será siempre con una sonrisa y con dedicación, no a la rápida; y la espera será la precisa para alcanzar a entablar una buena conversa y picotear el queso fresco casero y pebre para abrir el apetito. Adentro en la cocina, las preparaciones también se toman su tiempo, en cocciones lentas que realzan los sabores intensos.
Hace 30 años, Raquel Orellana instaló este restaurante de cocina chilena y aunque ha gozado de gran éxito, nunca ha transado en hacer las cosas lentamente. Su plateada ha sido elegida la mejor de Chile y su cocina; recibido varios reconocimientos. Esta picada criolla tiene una acotada carta y cada fin de semana se repleta. Basta mirar las mesas para ver qué prefieren sus comensales: sabrosas y humeantes tiras de plateada en su jugo, cocinadas durante cuatro horas, patas de chancho contundentes y arrollado de pulpa de cerdo con condimentación perfecta. El local es amplio, sus muros adornados con fotos de Raquel, junto a figuras de la política, el deporte y la televisión que han visitado el restaurante, un fiel reflejo de los sabores auténticos del campo maulino. Sabores que se basan en los ingredientes locales y de temporada, manteniendo las costumbres regionales y creando una mayor conexión con los orígenes.

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