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Brindis por el Maipo

Fecha de Publicación: 2023-01-10

Brindis por el Maipo
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Cabernet Sauvignon: un paseo por las joyas del Maipo

Es la cepa más popular, la más representativa desde Chile al mundo, por el nivel alcanzado por algunas de sus mejores etiquetas. Y en el valle que bordea a Santiago se luce como en pocos lugares. Entonces, probarlo en sus lugares de origen luce como una opción clave, tomando en cuenta la gran diversidad de alternativas turísticas que giran entre sus copas.

En Chile, más allá del avance del carmenere, o el silencioso andar de variedades tintas más ligeras como pinot noir, o tal vez la fruta más voluptuosa del syrah, aparte del valor patrimonial de la país y el cinsault, hay que ser claros: elaborar cabernet sauvignon sigue definiendo a Chile como productor de los mejores vinos. Es la que más se planta, la más bebida y la que distingue al país en esa categoría inasible de los “grandes vinos”, de cara al mundo. Llegó desde Francia y se afincó a partir del siglo XIX, justo en la zona que nos convoca, ese valle del Maipo que es tanto Pirque como Alto Jahuel; es el radio urbano de Santiago, el pie de monte de los cerros de Padre Hurtado o los bordes pedregosos de Isla de Maipo, la parte media del valle. Vale decir un territorio extenso, un mundo entero en el lenguaje del vino, donde esta cepa se comporta de diversas formas aunque respetando ciertas claves: un perfil austero en nariz, con fruta negra y a ratos sintiendo aceitunas o mentol según su origen; luego revela una sensación en boca de taninos robustos, elegantes en muchos casos aunque siempre firmes, que lo hace amigo de carnes y de platos donde el condimento y el calor manden.

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En cada uno de sus enclaves aparecen vinos diferentes. Si se combinan, por ejemplo, terrenos más bien pobres en suelo y abundantes en piedras, como en el lecho del río a la altura de Pirque, sumado al aire fresco que baja de la cordillera, su carácter vibra. Concha y Toro, la viña más grande de Chile, debe mucho de su valía a ese terruño y a esa cepa, que saben honrar por medio de una serie de degustaciones. Desde las líneas base de Casillero del Diablo (con paseo a la cava iluminada incluido por $20.000 por persona), pasando por las líneas Marqués de Casa Concha y Cellar Collection, hasta el extremo de su calidad con Don Melchor, que hoy es una viña aparte y, técnicamente, consta del único recorrido basado sólo en cabernet sauvignon, ya que todas sus cosechas ocupan más del 90% de la cepa en su mezcla. 90 minutos de lujo con un precio ad hoc: US$ 180 p.p.

Un estilo de turismo similar ocurre más al sur, en Alto Jahuel, donde Santa Rita seduce, además con su lujosa casona-hotel, con el Museo Andino, restaurante Doña Paula y recorridos por su histórica bodega. Por $20.000 p.p. puede aparecer, en una de sus tres degustaciones, un Medalla Real de la variedad. Enfilándose por el mismo camino de esa viña hacia Angostura, las 20 hectáreas de cultivos biodinámicos de Antiyal marcan la diferencia. Un sistema de cultivo autónomo, equilibrado ecológicamente pleno de vida espera al visitante. Allí no hay más formalidades que una bodega sencilla, con vista a sus viñedos y una conversación grata con sus propios dueños sobre la naturaleza, mediatizada por tres copas de degustación, donde puede estar Pura Fe, su cabernet sauvignon. Vale $35.000 p.p. y se debe reservar como mínimo para dos personas donde no se permite el acceso a niños ni a mascotas, por ser una bodega en constante operación, frente al visitante. Ya se sabe, la cepa se lleva bien con el piedemonte andino, lo prueba también El Principal, más al interior de Pirque: la etiqueta que lleva el nombre de la viña, junto con sus vinos Memorias y Calicanto, pueden probarse en una gratísima casa de campo de cara a las montañas (desde $25.000 p.p.)

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Tampoco hay que ir tan lejos para conocer la cepa. Basta con llegar a Peñalolén En avenida Quilín, a tiro de Metrobus, Cousiño Macul posee un grato espacio en su bodega y los viñedos más cercanos al centro de Santiago existentes, (tours desde $16.000 p.p. degustando vinos como Don Matías, Isidora o Antiguas Reservas). Un poco más arriba, en avenida Consistorial esquina Los Presidentes, viña Aquitania en tres décadas ha creado algunos de los mejores vinos tintos de Chile. Se pueden conseguir -junto con otros tres vinos- la versión que le da el nombre a la casa ($25.000 p.p) o probar el delicioso y elegante Lazuli, su vino más preciado en el Maipo ($ 40.000 p.p).

Hacia el poniente del valle hay espacios distintivos para el cabernet. Están las raíces italo-chilenas de Terramater, en Isla de Maipo, un sector más cálido respecto de la zona alta, pero bañada por el frescor marino que se cuela por la cuenca, que les aporta un estilo distinto a sus etiquetas. Entre sus recorridos, inauguraron esta temporada una degustación exclusiva de cabernet sauvignon. Vale decir, una copa de Magis Limited Reserve, Altum y Grafo, por $20.000 p.p.

A los pies de la Cordillera de la Costa existe otro enclave de interés: Odfjell, en el antiguo Camino a Valparaíso, pegado a la Cuesta Barriga en Padre Hurtado, con la primera bodega gravitacional del país. Son vinos elaborados bajo la filosofía biodinámica y se dan robustos, singulares; allí las líneas Armador y Orzada cuentan con un cabernet sauvignon, etiquetas que pueden degustarse en la viña misma por $6.400 y $10.800 p.p. respectivamente. Y sí, el Maipo da para mucho más, incluso a las cercanías de Melipilla, apenas unos kilómetros al sur, viña Chocalán ofrece un panorama singular, a 35 kilómetros en línea recta del mar se genera un ambiente refrescante. Aparte de sus tours, la viña ofrece sencillamente retozar con un picnic de por medio: quesos, galletas, dulces y una botella de su línea Origen Gran Reserva a elección. De la cepa que nos convoca, por supuesto (desde $19.500 p.p. con reserva mínima para dos personas).

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