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Chañaral de Aceituno

Fecha de Publicación: 2022-01-16

Chañaral de Aceituno
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Bucea en un santuario natural.

Chañaral de Aceituno podría parecer otro de los muchos pueblos y caletas pesqueras de la Región de Atacama. Sin embargo, esas bellas aguas turquesas que la bañan esconden además uno de los tesoros naturales más importantes de Chile... y uno de los más amenazados también.

Se trata de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, una zona marítima de 888 hectáreas que algunos expertos denominan como el “Galápagos chileno”. Pero la verdad es que la denominación se queda corta: en esta área de cuidado viven y transitan incluso más especies de mamíferos que en el célebre archipiélago ecuatoriano.

Pero, ¿qué es lo que hace tan especial y única esta zona? El biólogo marino Flavio Olivares puede explicarlo muy bien. De hecho, cuando visitó la zona por primera vez, se enamoró tanto que se fue a vivir para allá.

Hoy, maneja la empresa de buceo Amniota -que es parte de la iniciativa de turismo sustentable Bahari que ofrece paseos submarinos alrededor de la Isla Chañaral, perteneciente a la reserva.

“Este lugar es un tesoro. Las corrientes marinas impulsan los nutrientes desde el fondo del mar hacia la superficie, por lo que hay mucha comida disponible para los animales. Aquí vive el 80% de la población de los pingüinos de Humboldt, la única población de delfines nariz de botella de todo Chile y la mayor población de chungungos de todo el país. Además, de noviembre a marzo vienen a alimentarse aquí las ballenas azules, jorobadas y fin”, nos dice.

Interior 1 Chañaral

Y es esto último lo que puso a Chañaral de Aceituno en el mapa turístico de las experiencias naturales en Chile. El espectáculo único que entregan los gigantes del mar pasó de espantar a los pescadores a convertirse en una importante fuente de ingresos y en todo un orgullo local. Lo que aquí ocurrió es un ejemplo para muchos ambientalistas ya que, paulatinamente y de la mano de varias ONGs, los pescadores locales han ido dejando paulatinamente las actividades extractivas y se han transformado en operadores de turismo interesados en la conservación de los cetáceos y su entorno.

Hoy, los locales no sólo están a cargo de los tours de avistamiento de ballenas (los cuales duran unas dos horas y rodean la Isla Chañaral), sino que también participan en seminarios y charlas internacionales sobre cetáceos. “Nosotros acá aprendimos a contarlas, rastrearlas e incluso identiidentificarlas. La aleta de la ballena fin es como su huella digital. Nosotros le tomamos fotos y sabemos de qué individuo se trata”, señala Luis González, célebre guía local dueño de Turismos Orca. Incluso, nos cuenta que ahora su bote funciona con un motor a gas. “Así generamos menos impacto, además mientras más silencioso somos las ballenas estarán más tranquilas”.

Viaje submarino

Entre tanta biodiversidad única, y con el desierto de telón de fondo, sumergirse y bucear por estas aguas puede ser una experiencia que marque de por vida. Sobre todo sabiendo el impacto que podría generar la aprobación de mega proyectos mineros-portuarios cercanos, como Dominga, con el que de alguna forma este santuario podría cambiar o derechamente desaparecer.

“La gente cuando conoce este mar se maravilla tremendamente. Lo que le decimos es que no estamos en un zoológico o un acuario, sino que estamos en plena naturaleza”, dice Flavio.

Lo sorprendente es que la posibilidad de sumergirse en este entorno privilegiado está a la mano de todo el mundo. Si nunca has buceado, esta puede ser la oportunidad perfecta: aquí puedes realizar tu bautismo submarino con toda la seguridad necesaria, y acompañado de un equipo de expertos de primer nivel.

La aventura comienza con una clase teórica donde te explican los conceptos básicos, la forma de flotar, respirar y de comunicarse con el instructor bajo el agua. Luego de eso, a lo que se vino: 25 minutos de navegación hasta llegar al punto de exploración subacuática.

Interior 2 Chañaral

Luego de caer al agua, el primer objetivo es relajarse y flotar; acostumbrarse al traje y la sensación de estar “a la deriva” en medio del océano. Siempre de la mano de instructor, comienza la inmersión paulatinamente. Se baja 50 centímetros. Si está “todo ok”, 50 más. Y así…hasta llegar a unos tres metros de profundidad. Ahí comienza el verdadero viaje submarino.

“Es un recorrido por un ecosistema prístino que no ha sido tocado por la extracción ni artesanal ni industrial desde hace más de 20 años. Los que vamos a ver son peces muy grandes y que van a estar muy cerca porque han perdido la sensación de peligro por depredación. Puedes ver un pejeperro gigante a ocho metros de profundidad y están los bosques de algas, en los que podemos entrar”, comenta Flavio.

La inmersión es respetuosa, pero a la vez sensitiva. Se puede tocar la textura de las algas, las estrellas de mar (sin levantarlas de su sitio), y pequeños cangrejos caminan por las manos si se toca una roca.

¿Y nadar con ballenas? Flavio comenta que por seguridad la normativa obliga a mantener una distancia de por lo menos 50 metros. Así que para experimentar un “encuentro cercano” con los cetáceos lo mejor es tomar un tour en bote con un guía local.

RECOMENDACIONES PARA EL VIAJERO SUSTENTABLE:

● En la plataforma Bahari.cl puedes buscar y reservar experiencias de buceo y otras experiencias marinas como excursiones náuticas, clases de surf, travesías en velero y paseos en kayak desde Iquique a Puerto Williams. ● Para llegar a Chañaral de Aceituno, ten en cuenta que está a 120 km de Vallenar y a 140 km de La Serena. ● Si tu sueño es ver ballenas, la mejor época para visitarlo es de noviembre a marzo. ● Para que las condiciones climáticas no te jueguen una mala pasada, siempre confirma en Windy.app cuál es el pronóstico de las marejadas y así evitas que tu paseo se cancele. ● Es una zona sin mucha señal telefónica. Tampoco tiene estaciones de bencina ni cajeros automáticos. Lleva efectivo.

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