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De regreso al bosque

Fecha de Publicación: 2021-09-03

De regreso al bosque
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Un año y medio confinados, conectados a la red, pero lejos de la esencia y de nuestra naturaleza de ser seres sociales ¿Cómo recuperarse de este enorme paréntesis mundial?

Es tan, pero tan necesario volver a conectar. Y por supuesto que no nos referimos a Zoom. Hay que volver a mirar a los demás, conectarnos con nosotros mismos, con nuestro mundo y la naturaleza. Qué mejor alternativa entonces, que darse una vuelta por los bosques, respirar el aire fresco e ir al encuentro de la vida.

Entrar a oler, tocar, ver y sentir esa espesura verde y húmeda que solo trae beneficios a nuestro cuerpo y espíritu. Una hora y media de caminata por el bosque aporta beneficios hasta por un mes después de la salida, explica Isabel Vergara, naturalista y creadora del sendero Bosqueando Sur, a 12.7 km del centro de Puerto Varas.

Este sendero tiene una extensión de casi 5 km y toma alrededor de 3 horas hacerlo completo. Sin embargo nosotros nos demoramos 4. Es tanta y tan importante la información que entrega Isabel, que es imposible no maravillarse como si fuéramos niños que entran a un bosque por primera vez. La importancia de los árboles caídos, los brotes que se asoman, las leyendas, las distintas temperaturas de los árboles, los hongos que han sobrevivido al otoño...

Artículo 3 de septiembre_Cuerpo

Dentro del bosque pierdes la noción del tiempo, te dejas llevar por la brisa suave y el sonido de las copas que se mecen sobre nuestras cabezas, allá en lo alto. Nuestra respiración se aquieta y nuestra cabeza se despeja. Hace un momento estábamos en la ruta 225 que une Puerto Varas con Ensenada, pero caminado por el sendero ya no hay rastro alguno de la ciudad. Y nos encanta… y nos interesamos más por este recorrido de interpretación del bosque templado lluvioso. Aprendemos y conversamos. El grupo no para de hacer preguntas.

La mañana está húmeda y mientras caminamos entre lengas, raulíes, tepas, notros o arrayanes; los verdes, las texturas, troncos y hojas de distintas formas y tamaños nos envuelven. Nos asombra la diferencia de temperatura de algunos troncos que están heladísimos. Antes de hacer la pregunta, Isabel nos explica que el tronco del Melí, es uno de los encargados de moderar a la baja la temperatura del bosque. También esto es tarea de los Arrayanes. Unos pasos más y nos quedamos inmóviles al escuchar el repiqueteo fuerte y decidido de un pájaro carpintero. Lo observamos largo rato, cada uno en silencio. Algunos nos miramos, otros sonríen. Seguramente recuerdos y pensamientos agradables se vienen a nuestras mentes.

Seguimos el recorrido y mientras avanzamos por un suelo blando conformado por hojas, palitos, ramas, nos encontramos con más de algún tronco caído que ha comenzado a desintegrarse. Y notamos cómo el ciclo de la vida se muestra sin ninguna careta entre medio de todos estos árboles. Son varios árboles añosos ya desparramados por el suelo, que poco a poco, van ablandándose y volviendo a ser parte de este paisaje tan inmensamente rico. Un poco más allá, pequeños brotes de un jovencísimo canelo. La vida y la muerte en pocos pasos.

Nos quedamos quietos de nuevo. Escuchamos uno que otro chucao, pero escondidizos no se dejan ver. El ejercicio más importante aquí es respirar y percibir cómo se despeja nuestra mente en cada inhalación profunda que hacemos durante el paseo. Por algo será que los japoneses en la década de los ochenta se dieron cuenta de estos beneficios y hoy en día los ya famosos baños de bosque son parte de su sistema preventivo de salud. Quien puso en el radar este método sanador fue el doctor Qing Li, presidente de la Sociedad Japonesa de Terapia Forestal y autor del libro «El poder del bosque. Shinrin-Yoku: Cómo encontrar la felicidad y la salud a través de los árboles». Hoy esta terapia ya es conocida en el mundo entero, incluido este pequeño bosque del sur chileno.

“Existe una materia orgánica compuesta por materiales volátiles, oleosos y olorosos que secretan aéreamente troncos, ramas y hojas. Son las fitóncidas, y le sirven a la salud del bosque porque se trata de sustancias antifúngicas, antibacterianas y antivirales. Además mantienen el equilibrio en cuanto a las plagas. En Japón descubrieron que el efecto de las fitóncidas sobre los seres humanos, es que entre muchos otros beneficios, bajan la presión arterial, reducen el estrés e incrementan en un 40% los glóbulos blancos” profundiza Isabel. Y nos pregunta ¿entonces cuán bosque somos?, ¿cuánto tenemos de los árboles en nuestra propia naturaleza? Uno de los compañeros del grupo se ríe y da a entender que la respuesta la tenemos ahí mismo, frente a nuestros ojos. Isabel le da los últimos sorbos a su mate y sigue con su fascinante charla agregando datos de los helechos, las enredaderas y todo cuanto se asoma por ahí. “Los invito a bosquecer”, nos dice en una de las últimas paradas. Por supuesto, todos queremos hacerlo. Cada uno a su manera.

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