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Torres del Paine, el circuito de la W en familia

Fecha de Publicación: 2022-04-19

Torres del Paine, el circuito de la W en familia
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¿Te imaginas recorrer este parque nacional con tus hijos? Acá te mostramos, a través de los ojos del fotógrafo Diego Senosiain y su familia los principales senderos, hitos y recovecos de este parque único. Cuatro días, 76 km de caminatas, 2.981 metros de desnivel. Un itinerario épico con dos niñas de 11 y 9 años. Un recorrido por la geografía y también por las emociones, enfrentando, como equipo, el cansancio, el clima y compartiendo aventuras que los marcarán de por vida.

Preparando el camino a los Cuernos del Paine

El sueño de los Senosiain Cortés: Diego, Trinidad, Elena (9) y Lucía (11) era viajar a Torres del Paine y recorrer, todos juntos, la W (uno de los circuitos más populares y difíciles). Y para cum-plirlo se organizaron en familia con mucho tiempo.

Diego había practicado andinismo por varios años, por lo que sabe que lo más difícil de prepa-rar es la mente. “Es lo primero que falla cuando hay cansancio o dolor, y es lo que puede dejarte sentado en medio del sendero sin volver. Hicimos un plan de un año: diez salidas desde ca-minatas de una hora sin mochila, hasta de dos días con peso y buen desnivel. La idea era pre-parar a Elena y Lucía, para que conocieran sus límites y aprendieran a convivir con ellos, superarlos y seguir adelante. Mis hijas pasaron de caminar 2 km en abril, a más de 24 km en 1 día, pasándola bien, saltando y cantando”, recuerda Diego Senosiain, director de la agencia ZET y fotógrafo.

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Recorrieron senderos en la zona de Puerto Varas, donde viven hace 10 años. Conocieron el Soli-tario, Cayutué, Paso Desolación, Cochamó, Parque Tagua Tagua, Alerce Andino, entre otros. “Como familia disfrutamos mucho estos paseos. La meta de las Torres del Paine era una linda motivación, pero en sí misma la preparación fue una experiencia increíble”.

Comienza la aventura

Llegado el día, volaron a Punta Arenas. En el aeropuerto recogieron un auto reservado y partie-ron rumbo a Puerto Natales. “Allí nos reunimos con Rodrigo (nuestro primo/asesor de viaje @steppatravels) y partimos a laguna Amarga para hacer check-in en Conaf y luego al camping Central de Torres del Paine. A las 22:00 (todavía de día) nos metimos a los sacos y a dormir pensando en el día que se venía”.

Diseñaron un itinerario de cinco días, partiendo por la base Torres. Ese fue el tramo más largo (21,3 km, unas 8 a 9 horas) y de mayor pendiente, por eso decidieron hacerlo con las “piernas frescas”. Empezaron a caminar a las 6:30. “Había llovido y el aire estaba fresco y limpio. Luego de poco más de una hora de caminata y de una subida de unos 300 metros de desnivel, pasa-mos por el paso de los vientos, una curva que hace el sendero por el borde de la ladera, donde el viento pega fuerte. Perdí mi gorro cuando tomaba a Elena para que no se volara, literalmente el viento se la llevaba”, cuenta Diego.

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Continuaron bajando hasta el camping Chileno. El sendero pasa por un bosque de lengas y después sube a base Torres. “Es una subida fuerte de más o menos una hora, pasando por unas rocas grandes que Elena y Lucía trepaban como monos. Llegamos a la laguna a las 10:50 am, con una vista increíble de las Torres. Contemplamos el espectáculo casi en silencio, sin más gente alrededor”.

El día siguiente partió a las 5:30. La meta era caminar al camping Francés (18.8 km, unas 7 horas) y llegar temprano para conseguir comida, pues los pedidos se hacen hasta las 18:00 horas. (Igual se puede contratar menú de antemano). “Como no llevamos cocinilla, ollas ni comi-da para ahorrar peso, nuestra chance era llegar y comer un almuerzo/once/comida abundante”.

El camino hacia el Francés comienza cruzando una pampa llena de arbustos con flores amarillas que brillan con la luz de la mañana. Luego, el sendero sube hasta una laguna desde donde se ve el lago Nordenskjöld, cuyo celeste intenso destaca desde lejos. El recorrido pasa un par de puentes hasta llegar al filo de un cerro, desde donde se observan por primera vez los Cuernos del Paine. Una imagen sobrecogedora que las fotos no captan del todo. Un poco más adelante se divisa también el glaciar Francés.

A mediodía los Senosiain Cortés estaban en el refugio Los Cuernos, (queda en la ruta al cam-ping Francés) donde coordinaron por radio la comida para la noche del día siguiente en el camping Paine Grande.

“Bajamos 15 minutos más por el sendero hacia el Francés y aprovechamos de mojar los pies en el lago para descansar. El día estaba para bañarse, sin una gota de viento. Caminamos casi 2 horas más, terminando en una parte bien empinada, que subimos riendo y conversando”. En el campamento Francés se instalaron para pasar la noche y comieron “la mejor comida del circuito”.

A las 22:00 ya estaban acostados para cumplir la meta del próximo día: valle el Francés, con la idea de llegar hasta el mirador Británico.

El tramo más difícil

El tercer día -el más largo del circuito y con el clima más difícil- comenzó con una caminata de 20 minutos hasta la guardería El Italiano, donde se puede dejar equipaje para ir al mirador Francés sin peso. “El tiempo estaba cerrado, lloviendo a ratos. El plan era subir al mirador Francés y ver cómo se movían las nubes, porque algunos guías nos dijeron que con el valle cubierto no valía la pena. Pasando por un bosque espectacular, llegamos rápido al mirador, desde donde se ve el glaciar Francés de frente. Escuchamos unos “truenos” en el glaciar y vimos caer un enorme bloque de hielo que se deshizo en polvo al tocar la ladera del cerro. Elena y Lucía no podían esconder la pena de que el glaciar se estuviera desarmando”.

La lluvia no paraba. Se refugiaron en un bosque cerca del mirador. Al rato decidieron continuar al mirador Británico. La suerte los acompañó porque el cielo se abrió, dejando ver todo el valle. Un espectáculo con los cerros recién nevados. Después de una breve merienda regresaron a recoger las mochilas al Italiano para seguir hacia el camping Paine Grande, distante a 7,5 km.

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“La lluvia iba en aumento. Después de una hora llegamos al lago Skottsberg, donde se ve el daño del incendio del 2011. La falta de árboles hace notar el fuerte viento que corre por el la-go. Nos tocó pasar por ahí durante el mayor aguacero del viaje. Quedamos tan mojados como si nos hubiésemos tirado al lago. Así estuvimos unos 30 minutos, con vientos sobre los 80 km y lluvia que pegaba en la cara como granizo. La Trini, preocupada, se acercó a Elena, la abrazó mientras le decía, ‘Ele, ¿estás bien? No tengas miedo’ y la Ele le respondió: ‘¡Mamá, esto es aventura!’. Mientras reía de felicidad. Increíble”.

Si bien fue el tramo más duro, también fue el que más los marcó como familia. “Cabe desta-car, que los únicos que sufrieron de dolor de pies fuimos los adultos. Las niñas saltaron y corrie-ron hasta el km 76, siempre con mucha energía”. A medida que la tormenta iba pasando, el viento les ayudó a secarse. Llegaron cerca de las 20:00 al camping, muy cansados, pero felices.

Fue difícil abandonar las camas a la mañana siguiente. Pero les esperaba el último día de ca-minata, esta vez al glaciar Grey (13.8 km). Luego de cuatro horas de caminata, por la ladera de la montaña y la vista del glaciar al fondo del valle, se llega al refugio Grey. Desde ahí se puede caminar hasta el mirador de la bahía donde se acumulan los icebergs. Ahí, en la playa, se toma el catamarán y tras dos horas de navegación con las mejores vistas del glaciar, se desembarca en la playa donde hay que caminar por un istmo angosto cruzado por el viento fuerte del lago Grey.

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A los Senosiain Cortés los esperaba Rodrigo, quien los llevó hasta el camping Pehoé. “Después de unas pizzas congeladas y unas cervezas vimos la impactante cordillera de Paine al atarde-cer, con el lago de color celeste a sus pies. A las 10, ya estábamos acostados. Llovía cada vez más fuerte. Antes de quedarnos dormidos le pegamos un parche curita más a la carpa (que ya tenía como cinco) para tapar las goteras”.

La carpa aguantó la noche y el ultimo día les esperaba la mayor sorpresa del viaje. En el ca-mino de regreso con el cielo despejado, aparecieron varios guanacos y en el camino pararon a sacar fotos. "Nos encontramos con un puma acechando a un grupo de guanacos. No podíamos creerlo. Lo único que nos faltaba ver. Arriba volaban dos cóndores, a la izquierda el puma, a la derecha los guanacos, me faltaban dedos para apretar el botón de la cámara de fotos”.

Luego de este regalo, almorzaron y en la tarde visitaron el Salto Grande y mirador del lago Nordenskjöld, donde desemboca en el lago Pehoé. Al final de la tarde regresaron a Puerto Natales.

Más allá de la meta cumplida, el balance como familia para los Senosiain Cortés es invaluable. “Disfrutamos momentos memorables, afiatamos los lazos, la confianza, el humor. Fortalecimos el trabajo en equipo, el cuidado y el saber reconocer nuestras debilidades. Ojalá todos se ani-men a salir y recorrer nuestros parques, montañas, ríos y bosques, porque no hay mejor lugar para aprender y crear familia”.

Recomendaciones para familias

• En Torres del Paine cada itinerario debe cumplirse obligadamente. Cada camping se reserva con meses de antelación y si se pierde la reserva no hay donde dormir.

• La W -como se le dice al recorrido narrado- tiene algunos tramos que se pueden hacer sin necesidad de realizar el circuito completo, como Base Torres, o Grey a Paine Grande. Com-pleto son 72 km, para lo cual se debe ir preparado.

• No es recomendable ir con niños sin preparación, ya que cada tramo es de al menos 6 a 7 horas, donde no hay otra opción que seguir caminando y llegar al refugio (solo se puede alo-jar en lugares establecidos).

• Para no cargar peso, conviene arrendar carpas y sacos en los campamentos.

• Llevar ropa liviana, buenos zapatos de trekking (nunca nuevos) y cuidarse del viento. Los niños pequeños, literalmente se pueden volar en algunos sectores.

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