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Este verano tienes una misión:

Buzo
Vídeo Peregrino
Desierto

Descubrir como viajar de manera sustentable dejando un impacto positivo a tu paso.

Donde los misteriosos estromatolitos en el Salar de Llamara

Desierto

Nos enseñan a sentirnos parte de un organismo vivo, conectado con muchos otros.

Y los espíritus del humedal de Monkul…

Playa
Chiletur 2021

Experiencias

Una guía para el viajero sustentable

Esta es la ruta del viajero sustentable, 8 historias a lo largo de Chile que te muestran aquellos destinos y personas que impulsan la conservación y el turismo sustentable.

Reservas y parques privados
Reservas y parques privados

Conservar es tarea de todos.

Parque Andino Juncal
Parque Andino Juncal

Una historia de amor y conservación en altura.

Conectar con el océano
Conectar con el océano

Para conservar el océano, primero hay que conocerlo.

Chañaral de Aceituno
Chañaral de Aceituno

Bucea en un santuario natural.

El ABC del pajareo
El ABC del pajareo

Una guía para partir observando las aves de Chile.

Salar de Llamara
Salar de Llamara

Observa estromatolitos de cerca y expande tu asombro.

Humedal de Monkul
Humedal de Monkul

Descubre el sentido espiritual de los humedales.

Reservas y parques privados
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Conservar es tarea de todos.

Parque Andino Juncal
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Una historia de amor y conservación en altura.

Conectar con el océano
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Para conservar el océano, primero hay que conocerlo.

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El ABC del pajareo
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Humedal de Monkul
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Chiletur 2022 - Experiencias

Reservas y parques privados

Sanar con la naturaleza

Si eres un viajero enamorado de la naturaleza, que busca lugares nuevos que recorrer, y además te preocupa que estos sean protegidos…¡tenemos buenas noticias! Las reservas y parques de conservación privados en Chile han ido abriendo sus puertas y senderos a los viajeros progresivamente. Hoy ya abarcan en Chile unas 600 mil hectáreas, distribuidas de norte a sur. Conversamos con dos de las principales organizaciones que se dedican a la conservación para saber qué las inspira y cuáles reservas se pueden visitar hoy.

Las reservas y parques privados en Chile pertenecen a pequeños, medianos y grandes propietarios, pero todos persiguen lo mismo: conservar territorios y especies e, idealmente, compartirlos con una comunidad consciente de su valor. Protegidos a punta de esfuerzo, apuestan a que el turismo sea una consecuencia de su fin conservacionista.

¿Conoces la experiencia pionera del parque Pumalín?

Las tierras adquiridas por la Fundación Tompkins, después de 12 años funcionando como parque privado, fueron donadas para crear el Parque Nacional Pumalín Douglas Tompkins en febrero de 2018. Hoy es administrada por CONAF como parte del sistema de Áreas Protegidas del Estado y actualmente 10 de sus 12 senderos se encuentran habilitado para recorrer.

Cuando ellos partieron, recuerda Carolina Morgado, directora ejecutiva de Rewilding Chile (ex Fundación Tompkins), sus proyectos fueron muy controversiales, ya que la conservación privada era algo muy nuevo en Chile, pero de a poco han ido avanzando. “Acá existen leyes especiales que establecen beneficios tributarios a las donaciones para fines sociales, pero la filantropía ambiental no es considerada”, puntualiza.

¿Cuales han sido algunas de las claves que han identificado?

En la conformación de parques de conservación siempre ha sido fundamental el aporte de la comunidad. Carolina indica que Rewilding Chile trabaja para contrarrestar la crisis de extinción de especies y la crisis climática, actuando para proteger la belleza y la salud del planeta. Dice que la conservación tiene más éxito cuando la gente se compromete y las comunidades se empoderan. “Creemos que el turismo puede ser una consecuencia de la conservación, fundamental para la puesta en valor y preservación del patrimonio natural y cultural de la Patagonia”.

Hoy están abocados, entre otros fines, al programa de Vida Silvestre, que protege especies vulnerables, aumentando poblaciones disminuidas mediante el rewilding, o restauración ecológica (de ahí el nuevo nombre de la fundación). A los programas de monitoreo de huemul, ñandú y puma que realizan en el Parque Nacional Patagonia en conjunto con CONAF se le sumará un programa de monitoreo de gatos silvestres en el Parque Nacional Pumalín Douglas Tompkins.

Proteger la increíble diversidad de la zona central

El ecosistema mediterráneo de Chile central - es decir, la estrecha franja que se extiende por unos 1.000 km entre las regiones de Valparaíso y Biobío - es una de las mayores preocupaciones. Su importancia radica en que el ecosistema mediterráneo a nivel global representa sólo un 2% de la superficie del planeta, pero alberga un 20% de la diversidad de la flora mundial. Así como lo lees. Este ecosistema en Chile es considerado uno de los 36 hotspots de biodiversidad a nivel mundial por su alto nivel de endemismo y su alto grado de amenaza, y en Chile su protección no supera el 2%, según datos de la Fundación Tierra Austral.

El trabajo de la Fundación Tierra Austral se ha concentrado en la zona central y el ecosistema mediterráneo del país, justamente porque las áreas protegidas públicas se concentran mayormente en el sur, en la Patagonia, "mientras que el resto de los ecosistemas del país quedan más bien descubiertos”, sostiene Victoria Alonso, directora ejecutiva de la Fundación Tierra Austral. La organización trabaja con más de 30 propietarios en todo Chile y se formó en 2012, cuando un grupo de conservacionistas vio en el país una gran oportunidad para la conservación privada, considerando que los ecosistemas más amenazados en Chile están precisamente en territorios donde más del 80% es de propiedad privada. “Por lo tanto, la conservación de esta biodiversidad no sólo es necesaria para mantener el patrimonio natural de Chile, que es único en el mundo, sino también para la subsistencia y el bienestar humano”, acota la ejecutiva.

Doble esfuerzo de conservación en Cerro Poqui

Un caso que te sorprenderá conocer es el de Santuario Cerro Poqui en Coltauco, a menos de dos horas de Santiago. Son más de 1000 hectáreas dedicadas a la conservación de robledales y donde habitan múltiples especies, incluidas algunas declaradas en peligro de extinción como la rana de pecho espinoso de Cantillana y el reptil Gruñidor de Valeria. Este es un ejemplo de cómo el sistema de protección del estado puede ser complementado con un sistema privado. En 2018, Cerro Poqui fue declarado santuario de la naturaleza y adicionalmente sus propietarios crearon un derecho real de conservación en colaboración con la Fundación Tierra Austral, permitiéndoles ampliar la red de apoyo y financiamiento.

Muchos de los parques y reservas privadas chilenas realizan una labor educativa en terreno, de cómo comportarse y cómo cuidar el entorno. Si vamos con las reglas ya aprendidas, estaremos adelantados en varios niveles. Visitarlos ya es un buen primer paso para generarles recursos. Protegerlos y predicar con el ejemplo nos puede convertir en ilustres viajeros conscientes. Y se puede.

Puedes obtener más información en:

RECOMENDACIONES PARA UN VIAJERO SUSTENTABLE:

  • Vincúlate con un proyecto de conservación: ya sea como voluntario, o simplemente visitando de manera respetuosa los lugares, es la mejor manera de recordar por qué es necesario protegerlos.
  • Cuídate a ti mismo y a tu grupo: uno de los principales errores que comenten los visitantes de áreas naturales es olvidarse que éstas presentan riesgos si es que no estamos preparados. Lleva tu botella de agua retornable para hidratarte, usa anteojos de sol, sombrero (sobretodo en verano), no te salgas de los senderos habilitados y siempre respeta los horarios de entrada y salida.
  • Tu presencia es bienvenida, tus desechos no: No dejes basura, llévatela siempre de regreso.
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2. Parque Andino Juncal

Una historia de amor y conservación en altura.

¿Has oído hablar del Parque Andino Juncal? Es un parque privado que seduce con 24 glaciares, seis humedales y fuentes de agua prístina. Está cerca de Los Andes y aquí puedes practicar senderismo, observación de flora y fauna y montañismo. Hay mucho por explorar y acaban de descubrir una planta que está muy amenazada y que existe solo en la parte andina de la zona central: la marticorenia foliosa. Fue encontrada con cámaras trampa para detectar al gato andino, otra especie escasísima, que también fue hallada esta temporada aquí.

Catherine Kenrick tiene dos teorías de por qué su abuelo George, llegado desde Australia a fines de 1800, compró lo que hoy es el Parque Andino Juncal. Una es romántica y señala que, pasando por la cordillera con su mujer, ella se habría impresionado mucho con las montañas y él le habría prometido que un día serían suyas. La otra hipótesis, indica que el abuelo George, un emprendedor nato, compró el predio porque allí hizo inversiones mineras.

Pero pasó el boom de la minería y el terreno pasó de generación en generación, llegando a la de Catherine. Eso fue en 2003. Hasta entonces el lugar era un “descampado” que no era ni cuidado ni protegido. En ese tiempo ni siquiera se conocía mucho la palabra ‘conservación’, pero la nueva administradora comenzó, a instruirse y a trabajar. Ya habían definido la zona como un ecosistema de valor y eso prendió mucho en ella.

Parque Andino Juncal quizás no te suene demasiado… pero te ubicamos: este increíble recinto montañoso queda en la Región de Valparaíso, a una hora y 20 minutos de Los Andes, y subiendo hacia la cordillera, porque incluso limita con Argentina.

Gracias a su proceso de protección y conservación, en el Parque Andino Juncal puedes sentirte inmerso en un paraíso, con flora y fauna silvestre y populosa, con glaciares y humedales que quitan el aliento, con cielos al alcance de la mano. Si disfrutas de la naturaleza prístina y has hecho de tus viajes una vivencia única, en la que tierra y aire son todo lo que importa, puedes seguir este consejo: “Ven con pocas personas y camina en silencio, porque así podrás escuchar el viento, el ruido de tus pies al avanzar, el sonido de tu respiración. Subir la montaña puede ser una experiencia mística”.

De casi 14 mil hectáreas, está vigilado por cinco guardaparques, quienes también enseñan educación ambiental a los visitantes. Hay por lo menos 45 especies de aves, 68 de flora, 10 mamíferos, cinco reptiles y dos tipos de sapos, a los que no hay que tocar ni alimentar. Son muy valiosos porque el 93% de la flora y el 98% de la fauna son nativos, y algunos de ellos, endémicos.

PARA LA COMUNIDAD

Visitado por cuatro mil personas al año, el parque recibe a muchos por el día. Pero si quieres quedarte, no hay problema: cuenta con dos campings -Los Hornitos y Las Morrenas- y un refugio para quienes deseen pasar la noche de una manera tradicional, previa reserva.

Para proteger Juncal, la administradora ingresó primero al sistema de evaluación de impacto ambiental para su proyecto turístico. Fue la manera de salvaguardarlo de cualquier iniciativa industrial peligrosa. Luego, en 2010, se convirtió en sitio Ramsar, que protege humedales, pero que en este caso se hizo con el parque completo, como un ecosistema hídrico fundamental para la zona.

Luego de eliminar toda huella de ganadería, llegaron los guanacos, que son especialmente delicados con las fuentes de agua y su biodiversidad. El trabajo de conservación ha sido exitoso: protegen montañas, 25 glaciares, a lo menos seis humedales, flora, fauna, y aguas subterráneas, superficiales, de vertientes y de ríos. En enero de la temporada pasada descubrieron, con cámaras trampa, a dos gatos andinos diferentes. Y que en esa labor de búsqueda sus guardaparques se toparon también con una planta única: la marticorenia foliosa.

Kenrick se emociona cuando habla del nuevo comportamiento del visitante del parque, que ha entendido que la protección comienza por él: “Sabe que se tiene que equipar con buenos bototos y carpas. También ha habido un cambio en cómo se relaciona con la naturaleza, porque la basura que recojo ahora la llamo microbasura”, dice.

Un verdadero triunfo de la naturaleza, ¿no?

RECOMENDACIONES PARA EL VIAJERO SUSTENTABLE:

  • Siempre existe la tentación, pero, por favor, no camines sobre las vegas y humedales, porque perjudicarás su biodiversidad. Además, es razón de expulsión.
  • Todo lo que verás en Juncal es asombroso, pero por ningún motivo saques plantas, pastos, raíces o palos. Tampoco cortes flores. Recuerda que es un lugar que hace conservación.
  • Regresa con toda tu basura, es la mejor forma de colaborar. No la quemes, ni entierres ni la tires al agua.
  • Aunque seas inseparable de tus mascotas, no las puedes llevar a Juncal.
  • Por último, aprovecha la primavera y el verano para visitar el parque, puedes ir reservando desde ya.

Reservas y más informaciones en www.parqueandinojuncal.cl

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3. Conectar con el océano

Para conservar el océano, primero hay que conocerlo

Es muy probable que este verano estés cerca del mar, sobre todo si pensamos en los más de 6.435 kilómetros de costa que tiene Chile. Sin embargo, no siempre nos detenemos a pensar sobre las amenazas que perjudican los ecosistemas marinos y qué podemos hacer - mientras viajamos - para protegerlos.

Nuestra inmensa franja de mar cuenta con su propia geografía, con paisajes diversos y con habitantes únicos. También, es sumamente relevante para nuestra existencia. De hecho, a diferencia de lo que puedas creer, el mayor pulmón del planeta no es el Amazonas sino que son los océanos ya que producen entre el 50 y el 85 % del oxígeno que se libera cada año. ¿Te lo imaginabas?

Además, el mar absorbe dióxido de carbono, lo que reduce los niveles de gases responsables del calentamiento global. En palabras simples, los océanos ayudan a regular la temperatura del planeta, la cual ha ido aumentando con el calentamiento global, es por eso que son tan importantes.

¿Cuáles son las amenazas para el océano chileno?

Sabemos con certeza que la contaminación por plástico en el océano es crítica, tanto así que para el año 2040 la ONU proyecta que va a haber más plástico que peces en el océano”, nos dice Javier Bazán, uno de los directores de Bahari, una iniciativa que busca proteger zonas marinas chilenas a través del turismo.

Actualmente, instituciones privadas y ONGs como Oceana, Amigos del Mar, Panthalassa, Oceanósfera, y Eutropia, por nombrar algunas, están muy preocupadas de lo que sucede en nuestros 6 mil kilómetros de costa, los que no están ajenos a estas grandes amenazas.

“Más o menos el 40% de la población de cetáceos del mundo pasa por Chile, y desde Chiloé hacia el sur hay zonas prístinas sin intervención humana, lo que hace que nuestro mar sea único”, comenta Vicente Mondaca, director de proyecto de la ONG Amigos del Mar.

Para él, son tres las principales amenazas que afectan el mar chileno:

  • Los residuos biológicos que dejan las salmoneras.
  • La extracción indiscriminada de algas marinas.
  • La sobrepesca, muchas veces ilegal.

“Se estima que el 70% del loco que llega al mercado es extraído de forma clandestina al igual que el 50% de la merluza que consumimos. Eso altera el equilibrio de los ecosistemas marinos”, explica Mondaca.

¿Qué podemos hacer? Lo primero es "conocer para conservar".

Este es uno de los lemas que utiliza la bióloga marina Carla Christie, de la Fundación Oceanósfera. La invitación de ella, ante la amenaza al océano, la gente no tiene que dejar de visitarlo o alejarse sino todo lo contrario: tiene que acercarse lo más posible para aprender a conocerlo, quererlo y aprender a cuidarlo.

“Ojalá la gente pueda tener más experiencias vivenciales. Ir a los roqueríos, ver, tocar, conocer los animales costeros que ahí viven y así encariñarse con este ecosistema”, explica.

Y la verdad es que hay muchas maneras de explorar y disfrutar nuestro mar de manera sustentable y responsable. Por ejemplo, Bahari ofrece a través de su plataforma (www.bahari.cl) múltiples actividades marinas en Chile desde Iquique hasta Puerto Williams, ofrecidas por empresas locales y que cumplen con estándares de sustentabilidad, compromiso con el entorno y seguridad para el turista.

¿Qué tipo de experiencias puedes encontrar?

Avistamientos de aves marinas, buceos y bautizos submarinos, excursiones náuticas, clases de surf, travesías en velero, paseos en kayak y experiencias de relajación están entre las múltiples opciones a lo largo de las playas de Chile.

“Nuestra idea es que dejemos de ser tan extractivos y apostemos por el turismo, que es una muy buena herramienta para que más personas se involucren en la solución de estos problemas que tienen nuestras costas. Además, deja el dinero en las propias comunidades, algo muy distinto a otras industrias”, explica Javier Bazán, de Bahari.

Otra alternativa es ser autodidacta y convertirse uno mismo en un verdadero explorador marino la próxima vez que se visite la playa. Para ello, Fundación Oceanósfera, en su página web www.oceanosfera.cl, ofrece una variedad de guías descargables que permiten identificar a las diferentes especies de animales que viven en las costas de Chile y conocer también cuáles de ellas se encuentran en peligro.

“Con las guías uno puede ver y explicarles a los niños los distintos tipos de estrellas de mar, de cangrejos, caracoles y peces que quedan en las pozas de los roqueríos. Saber cómo viven o cómo resisten las temperaturas con el cambio de marea”, comenta Carla Christie, de Fundación Oceanósfera.

RECOMENDACIONES PARA UN VIAJERO SUSTENTABLE:

Si vas a disfrutar experiencias de mar, ya sea a través de un tour o por cuenta propia, debes tener presente estos consejos para hacerlo de manera respetuosa con el ambiente:

  • En la playa puedes mirar y explorar pequeños invertebrados como estrellas de mar y caracoles, siempre y cuando se tomen con cuidado y se vuelvan a dejar donde estaban. Aunque siempre es mejor mirar y no tocar para no invadir su espacio.
  • Lleva una bolsa para recoger toda la basura propia de la playa (y si es posible, otra que se encuentre en el lugar).
  • Para los tours, elige anfitriones locales certificados, para que el dinero quede en la localidad.
  • Nunca entres a la playa en vehículo. Hay nidos de aves migratorias que se pueden aplastar.
  • Actividades en nuestra casa como el reciclaje o separar la basura pueden ayudar a la conservación marina sin que lo sepamos.
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4. Chañaral de Aceituno

Bucea en un santuario natural

Es llamado “el Galápagos chileno” por su enorme biodiversidad. En Chañaral de Aceituno verás ballenas, delfines, pingüinos y mucho más. Aquí, en una caleta que es uno de los mejores ejemplos de gestión de turismo comunitario de Chile, puedes iniciarte en el buceo, con paisajes espectaculares y en medio de gran diversidad de fauna marina.

Chañaral de Aceituno podría parecer otro de los muchos pueblos y caletas pesqueras de la Región de Atacama. Sin embargo, esas bellas aguas turquesas que la bañan esconden además uno de los tesoros naturales más importantes de Chile... y uno de los más amenazados también.

Se trata de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, una zona marítima de 888 hectáreas que algunos expertos denominan como el “Galápagos chileno”. Pero la verdad es que la denominación se queda corta: en esta área de cuidado viven y transitan incluso más especies de mamíferos que en el célebre archipiélago ecuatoriano.

Pero, ¿qué es lo que hace tan especial y única esta zona? El biólogo marino Flavio Olivares puede explicarlo muy bien. De hecho, cuando visitó la zona por primera vez, se enamoró tanto que se fue a vivir para allá. Hoy, maneja la empresa de buceo Amniota -que es parte de la iniciativa de turismo sustentable Bahari que ofrece paseos submarinos alrededor de la Isla Chañaral, perteneciente a la reserva.

“Este lugar es un tesoro. Las corrientes marinas impulsan los nutrientes desde el fondo del mar hacia la superficie, por lo que hay mucha comida disponible para los animales. Aquí vive el 80% de la población de los pingüinos de Humboldt, la única población de delfines nariz de botella de todo Chile y la mayor población de chungungos de todo el país. Además, de noviembre a marzo vienen a alimentarse aquí las ballenas azules, jorobadas y fin”, nos dice.

Y es esto último lo que puso a Chañaral de Aceituno en el mapa turístico de las experiencias naturales en Chile. El espectáculo único que entregan los gigantes del mar pasó de espantar a los pescadores a convertirse en una importante fuente de ingresos y en todo un orgullo local. Lo que aquí ocurrió es un ejemplo para muchos ambientalistas ya que, paulatinamente y de la mano de varias ONGs, los pescadores locales han ido dejando paulatinamente las actividades extractivas y se han transformado en operadores de turismo interesados en la conservación de los cetáceos y su entorno.

Hoy, los locales no sólo están a cargo de los tours de avistamiento de ballenas (los cuales duran unas dos horas y rodean la Isla Chañaral), sino que también participan en seminarios y charlas internacionales sobre cetáceos. “Nosotros acá aprendimos a contarlas, rastrearlas e incluso identificarlas. La aleta de la ballena fin es como su huella digital. Nosotros le tomamos fotos y sabemos de qué individuo se trata”, señala Luis González, célebre guía local dueño de Turismos Orca. Incluso, nos cuenta que ahora su bote funciona con un motor a gas. “Así generamos menos impacto, además mientras más silencioso somos las ballenas estarán más tranquilas”.

Viaje submarino

Entre tanta biodiversidad única, y con el desierto de telón de fondo, sumergirse y bucear por estas aguas puede ser una experiencia que marque de por vida. Sobre todo sabiendo el impacto que podría generar la aprobación de mega proyectos mineros-portuarios cercanos, como Dominga, con el que de alguna forma este santuario podría cambiar o derechamente desaparecer.

“La gente cuando conoce este mar se maravilla tremendamente. Lo que le decimos es que no estamos en un zoológico o un acuario, sino que estamos en plena naturaleza”, dice Flavio.

Lo sorprendente es que la posibilidad de sumergirse en este entorno privilegiado está a la mano de todo el mundo. Si nunca has buceado, esta puede ser la oportunidad perfecta: aquí puedes realizar tu bautismo submarino con toda la seguridad necesaria, y acompañado de un equipo de expertos de primer nivel.

La aventura comienza con una clase teórica donde te explican los conceptos básicos, la forma de flotar, respirar y de comunicarse con el instructor bajo el agua. Luego de eso, a lo que se vino: 25 minutos de navegación hasta llegar al punto de exploración subacuática.

Luego de caer al agua, el primer objetivo es relajarse y flotar; acostumbrarse al traje y la sensación de estar “a la deriva” en medio del océano. Siempre de la mano de instructor, comienza la inmersión paulatinamente. Se baja 50 centímetros. Si está “todo ok”, 50 más. Y así…hasta llegar a unos tres metros de profundidad. Ahí comienza el verdadero viaje submarino.

“Es un recorrido por un ecosistema prístino que no ha sido tocado por la extracción ni artesanal ni industrial desde hace más de 20 años. Los que vamos a ver son peces muy grandes y que van a estar muy cerca porque han perdido la sensación de peligro por depredación. Puedes ver un pejeperro gigante a ocho metros de profundidad y están los bosques de algas, en los que podemos entrar”, comenta Flavio.

La inmersión es respetuosa, pero a la vez sensitiva. Se puede tocar la textura de las algas, las estrellas de mar (sin levantarlas de su sitio), y pequeños cangrejos caminan por las manos si se toca una roca.

¿Y nadar con ballenas? Flavio comenta que por seguridad la normativa obliga a mantener una distancia de por lo menos 50 metros. Así que para experimentar un “encuentro cercano” con los cetáceos lo mejor es tomar un tour en bote con un guía local.

RECOMENDACIONES PARA EL VIAJERO SUSTENTABLE:

  • En la plataforma Bahari.cl puedes buscar y reservar experiencias de buceo y otras experiencias marinas como excursiones náuticas, clases de surf, travesías en velero y paseos en kayak desde Iquique a Puerto Williams.
  • Para llegar a Chañaral de Aceituno, ten en cuenta que está a 120 km de Vallenar y a 140 km de La Serena.
  • Si tu sueño es ver ballenas, la mejor época para visitarlo es de noviembre a marzo.
  • Para que las condiciones climáticas no te jueguen una mala pasada, siempre confirma en Windy.app cuál es el pronóstico de las marejadas y así evitas que tu paseo se cancele.
  • Es una zona sin mucha señal telefónica. Tampoco tiene estaciones de bencina ni cajeros automáticos. Lleva efectivo.
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5. El ABC del pajareo

Una guía para partir observando las aves de Chile.

Si en las próximas vacaciones quieres comenzar a observar aves, antes de comprar binoculares o una guía de campo, afina el ojo, el oído y sigue los datos en este abc del pajareo.

Lo primero es viajar sin dejar huella…¿cómo? simplemente pasar, conocer y no modificar es lo que hoy nos pide el planeta. Esto es algo que hacen muy bien los observadores de aves: los birders o bird watchers, quienes son capaces de pasar días y semanas buscando, escuchando, mirando el cielo y entre los árboles, tratando de pasar desapercibido, hasta lograr un nuevo avistamiento.

¿Por qué iniciarse en el pajareo?

Dos razones: relajo mental y equilibrio emocional. Según un estudio de la universidad inglesa de Exeter y la australiana de Queensland observar y escuchar pájaros genera relajo mental y equilibrio emocional. Tanto así, que quienes viven en lugares con más árboles, y por lo tanto con más aves, son menos propensos a tener depresión o ansiedad.

Los amantes de las aves hablan de pajarear cuando salen a observar y fotografiar especies. Para ellos se trata de una pasión difícil de explicar, como meditar o entrar en una especie de trance donde la conexión con el entorno y la naturaleza es tan profunda que el tiempo parece detenerse. Además, es una actividad saludable porque muchas veces caminas kilómetros casi sin darte cuenta, mientras sigues la pista de un canto lejano.

¿Donde ir a pajarear? Cada pájaro con su territorio

Las aves habitan ambientes diversos y sus hábitos (cómo se reproducen, comen, de qué se alimentan, si viven de día o de noche) van de acuerdo con el lugar donde viven. En un salar del norte (link al tema del salar Llamara) del país podemos ver flamencos chilenos y parinas grandes; en el sur abundan los patos y cisnes; en la costa reinan las aves costeras y migratorias. En los bosques hay aves cantoras, tales como un comesebo o un hued hued, entre muchas otras; en los prados los granívoros (comen granos), en la altura debemos diferenciar entre especies del altiplano y las de la cordillera central, señala María Angélica Vukasovic, investigadora, ecóloga, ornitóloga y socia de AvesChile.

Lugares que no te puedes perder son las desembocaduras de los ríos y los humedales, (link tema humedal de Monkul) ambos muy ricos en comida. Ahí existen múltiples aves, muchas migratorias que recorren largas distancias para reproducirse y alimentarse.

Cada espacio tiene sus particularidades y debemos adaptarnos a la forma en que lo recorremos y observamos. En el bosque, por ejemplo, es importante escuchar y ojalá tener identificados algunos cantos para saber quién está alrededor. Si estamos en un lago como Lanalhue, uno de los más diversos del país, te recomendamos llevar binoculares para ver de cerca a un cuervo de pantano, un cisne de cuello negro o una tagua de frente roja. La mañana y la tarde son los mejores momentos del día para avistar aves.

“Lo atractivo de nuestros pájaros es que son pocos y hay varios muy difíciles de encontrar, lo que los convierten en un duro desafío”, explica el abogado José Miguel Hernández, birder desde los 15 años y coautor de “Aves de Chile, guía fotográfica”.

Viajar observando aves no requiere más que atención y paciencia para que se abra frente a ti un mundo lleno de belleza y sensibilidad. Te será difícil no emocionarte cada vez que logres identificar una nueva especie o un nuevo sonido. Pero lo más importante es que al final de la jornada encontrarás calma y una nueva mirada del paisaje tanto externo como interno.

RECOMENDACIONES PARA EL VIAJERO SUSTENTABLE:

  • Piensa que el bienestar de las aves siempre debe ir primero. Regula tu tiempo de observación y sobretodo la distancia desde la cual observas las aves.
  • No alteres el comportamiento de las aves - no toques huevos ni rescates polluelos, evita observar o fotografiar aves que se encuentran nidificando.
  • No dejes comida para acercarlas o capturarlas, tampoco uses focos o flash cuando observes aves nocturnas.

Puedes ver más recomendaciones en el Código de Buenas Prácticas de la Red de Observadores.

Si quieres aprender más, estos son los datos para iniciarse en el pajareo.

  • Para aprender más o unirte a los recorridos para principiantes puedes empezar por www.aveschile.cl, de la Unión de Ornitólogos de Chile. Hay actividades, consejos, publicaciones.
  • En www.buscaaves.cl existe una guía digital para introducirse en el mundo de observación de aves.
  • La www.redobservadores.cl ROC, organiza pajareos urbanos y fuera de las ciudades. Tiene una guía online de aves muy interesante. Además, son los administradores de eBird Chile, que cuenta con más de un millón de registros subidos por voluntarios.
  • eBird es una plataforma desarrollada en el laboratorio de ornitología de la Universidad de Cornell. Es el mayor archivo de observaciones de aves y la mayor iniciativa de ciencia ciudadana sobre biodiversidad. Tiene más de 400 millones de registros de todo el mundo.
  • En librerías hay varias guías de campo, generalmente están editadas por zonas geográficas. La más recomendada por los observadores es Aves de Chile de Álvaro Jaramillo.
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6. Salar de Llamara

Observa estromatolitos de cerca y expande tu asombro.

¿Sabías que Llamara posee una de las formaciones geológico-biológicas más extrañas y escasas del planeta? Te hablamos de los estromatolitos, verdaderos “fósiles vivientes”, responsables de la creación del oxígeno en la tierra. Llamara es parte de la reserva Nacional Pampa del Tamarugal, y nos muestra la importancia de proteger la vida que se encuentra en los salares.

En el mundo existe apenas una decena de lugares como el Salar de Llamara. Y su ecosistema es tan vulnerable que exige su urgente conservación. Ubicado a unos 140 kilómetros al interior de Iquique, Región de Tarapacá, el Salar de Llamara llama la atención de científicos y visitantes porque posee una de las formaciones geológico-biológicas más extrañas y escasas que se pueden apreciar en el mundo. Se trata de los estromatolitos, estructuras compuestas por sal, bacterias, microalgas y piedra, en los que se alojan los organismos vivos que permitieron la vida en la Tierra.

En los estromatolitos crecen las cianobacterias que, según los científicos, son verdaderos “fósiles vivientes”, pues corresponden a las formas de vida más antiguas que se conocen, las auténticas responsables de la creación del oxigeno que hizo posible la vida sobre el planeta. ¿Impresionante, verdad?

“El principal valor de Llamara es, básicamente, el de un oasis en un desierto. Pero para el público es también su belleza: es un espacio único, en un contexto privilegiado, lleno de colores que cambian con las horas, de sombras y luces, que se impone por el silencio. Para los científicos, es un ambiente con una biota (microorganismos) único a nivel mundial, de un gran potencial biotecnológico y presencia de vida en el medio de un desierto”, nos explica de manera simple el doctor Guillermo Chong, geólogo y Premio Nacional de Geología, visitante recurrente de este sitio y que lo ha estudiado por años.

El Salar de Llamara forma parte de la Reserva Nacional Pampa del Tamarugal, administrada por Conaf desde 2013, y es un sitio que ha estado lejos del turismo masivo. Hoy cuenta con unos 250 metros de pasarelas para su observación, pero pronto se levantará un centro de interpretación para visitantes que, seguramente, traerá mayor flujo.

La historia del salar no ha estado exenta de amenazas para su conservación, principalmente por la permanente extracción de agua que ha sufrido. Hace unas décadas, durante la construcción de la Ruta 5 Norte, decenas de camiones extrajeron agua llegando a secarlo casi en su totalidad. Hoy, compañías mineras siguen usándolo, por lo que el proceso de recuperación es lento y se ha transformado en un sitio prioritario para la conservación.

Claudio López, ha estado relacionado con el salar por años. Es director ejecutivo de la Corporación Norte Grande y un conocedor del impacto turístico del patrimonio en la región. Asegura que Llamara ha sido de vital importancia para quienes han habitado por siglos el desierto. “Para las comunidades indígenas que transitaron desde las pampas hasta la costa para intercambiar diferentes productos, Llamara fue un lugar de descanso, de leyendas y cuentos… un salar misterioso sobre el que se creía era parte del origen de la vida. En la actualidad, es también un recurso natural que sirve para la operación de actividades mineras no metálicas, y es por cierto un atractivo turístico de interés científico. Al salar puedes llegar en auto, pero a Llamara tal como con el desierto, hay que caminarlo. “Es todo ese paisaje el que te observa y no al revés, aunque creas que eres sólo tú el que observa, el paisaje te observa antes”, dice López con convencimiento.

Para él y principalmente para las comunidades aimaras que viven alrededor, como la Huatacondo, el valor de este tipo de lugares es que son capaces de reunir diversos valores al mismo tiempo, en múltiples dimensiones y en un espacio-tiempo más allá de la lectura lineal pasado-presente-futuro. Así, surgen desde el propio salar de Llamara historias indígenas para explicar el origen de la vida, o que más tarde sea descubierto en su dimensión científica. Y se transforme en un lugar para proteger porque podría secarse muy pronto.

Llamara es el único humedal ubicado en la depresión intermedia de la región, que además es reconocido por poseer un bosque nativo de tamarugo. Y posee un acuífero en donde es posible apreciar pequeñas lagunas o puquios, que emergen por una depresión del suelo y la floración de aguas subterráneas. Estos puquios presentan estructuras calcáreas denominadas bioevaporitas, comunes en varios ecosistemas de salares, pero que aquí se pueden apreciar muy bien en sus diferentes formas y tamaños.
Por ello, la minera SQM en conjunto con Conaf está desarrollando un Centro de Educación Ambiental (CEDAM de Salar de Llamara), complementario al sendero autoguiado ya existente y que permitirá recibir visitantes en instalaciones diseñadas y construidas bajo criterios de sustentabilidad, para difundir la importancia ambiental y científica del salar de Llamara.

Conocer Llamara, caminar por entre sus costras de caliche que crujen en el día por el sol y en la noche por el frío, puede ser una experiencia absolutamente única de preservación de un sitio vulnerable, poco visibilizado y que podría no solo salvarse de desaparecer, sino convertirse en un ejemplo concreto de conservación.

RECOMENDACIONES PARA EL VIAJERO SUSTENTABLE:

  • Para acceder a Llamara debes acceder por la Ruta 5, al norte de Quillagua. Son los 141 kilómetros los que debes recorrer desde Iquique, hasta la comuna de Pozo Almonte.
  • Si quieres conocer Llamara sin manejar, puedes tomar un tour por el día. Hay varios desde Iquique que, además del salar, te llevarán a la ex salitrera Victoria.
  • No te olvides del agua para hidratarte, bloqueador solar, lentes de sol y un gorro. El sol pega con fuerza.
  • Por favor, no dejes rastros ni residuos. Lo ideal es que puedas llevar una bolsa para traer tu basura de regreso.
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7. Humedal de Monkul

Descubre el sentido espiritual de los humedales.

Al visitar este grandioso e imponente humedal, no solo pasarás un tiempo en uno de los ecosistemas más diversos que existen, rodeado de vegetación flora y fauna. También tendrás la oportunidad de acercarte a la riquísima cosmovisión Mapuche en torno a estos cuerpos de agua.

Reserva de vida, hogar de aves, animales, refugio de todo tipo de hierbas medicinales, plantas y flores… estar en Monkul es permanecer en un sitio donde la vida se expresa en cada una de sus formas.

Declarado Sitio Ramsar en julio de 2020, este impresionante humedal costero, que se formó tras el gran terremoto de 1960, tiene 1380 ha de superficie y se trata de un espacio angular para todas las comunidades lafkenche que habitan esa zona. Para ellos, absolutamente todo lo que está aquí contiene vida y vivir en las cercanías de un cuerpo de agua es símbolo de su identidad cultural.

En Monkul, “encuentro de muchas aguas” en mapudungun, se han contabilizado mas de 80 especies de aves, el mayor registro en la zona costera de la Araucanía. Observarlas desde el amanecer, además de recorrer los cursos de agua en kayak, son algunas de las actividades ecoturísticas que ofrecen los miembros de la comunidad Mateo Nahuelpan.

Para que puedas dimensionar y vivir de cerca la experiencia de estar en un cuerpo de agua con tanta vida como es un humedal, te recomendamos que hagas algunos recorridos por sus aguas.

Un guía de la comunidad te acompañará y te mostrará la diversidad de vegetación que encontrarás a tu alrededor, entre la que podrás ver copihues, chupones, huella grande, olivillos, canelos y arrayanes. Además, te indicará el nombre de cada unas de las aves que podrás contemplar. Entre las que destacan los zarapitos de pico recto, cisnes de cuello negro, pidenes, garzas y de cada una de las especies que podrás avistar, como la rana grande chilena y los chungungos. Incluso se ha realizado el documental Monkul, Ecosistema Diverso, que describe en 5 capítulos la historia y riqueza natural de este lugar.

Pero visitar Monkul va mucho más allá de este contacto directo con la naturaleza. Aquí también podrás entender de primera fuente, cuál es el sentido espiritual que este lugar tiene para la comunidad lafkenche que lo habita.

¿Cuál es el sentido espiritual de los humedales?

Llamados menoko por el pueblo mapuche, los humedales son fuente de energías positivas y negativas y además son el centro del itrofill mongen (biodiversidad). Se trata de lugares que actúan como arterias, venas y transformadores de energía. Cuando el ser supremo Chaw Ngenechen concedió un lugar a todos los ngen, espíritus guardianes que habitan la tierra, Ngenko se hizo dueño de los ríos y humedales.

Así, si Ngenko se enoja y abandona el lugar, todo se seca y el itrofill mogen (biodiversidad) del menoko (humedal) muere: las personas que viven en los alrededores se quedan sin agua, se pelean entre ellas, las energías negativas salen a la superficie desde el minche mapu, hogar de los wekufes o espíritus malignos y el poder de estos, es el que produce enfermedades y muerte. Si las energías se mantienen en equilibrio, Ngenko vuelve y purifica las aguas y limpia el humedal y las personas vuelven a ser amigas.

Naturaleza y espiritualidad, tierra y agua, ancestralidad y presente. Visitar Monkul es moverse entre dos mundos que te conectan con la naturaleza en todo su esplendor y te acercan a la cultura ancestral del mayor de nuestros pueblos originarios.

RECOMENDACIONES PARA EL VIAJERO SUSTENTABLE

Es necesario tomar precauciones al entrar a un menoko (humedal):

  • No hay que gritar ni cortar plantas, flores ni árboles sin pedir permiso, porque Ngenko siempre observa.
  • La importancia de cuidar y defender a los humedales radica en mantener el kume mogen (buen vivir) que trae consigo la armonía cuerpo – territorio. De esta manera las energías positivas se mantienen en el aire y las energías negativas no salen del minche mapu (hogar de los espíritus malignos).

¿CÓMO LLEGAR Y QUÉ PUEDES HACER EN EL HUMEDAL DE MONKUL?

  • Para llegar hasta aquí es necesario que desde Temuco tomes la ruta S-40 hacia Carahue. Luego debes seguir la S-36 hasta toparte con la balsa que te permitirá cruzar el río Monkul. Al final de ese camino y tras una media hora de recorrido, llegarás a las inmediaciones de la comunidad.
  • En la comunidad Mateo Nahuelpan es posible hacer recorridos en bicicleta por los alrededores del humedal, navegación en kayak, bote y avistamientos de aves.
  • También la comunidad está vinculada con otros emprendedores del sector para hacer cabalgatas por el borde costero.
  • Ofrecen gastronomía lafkenche y cuentan también con 2 cabañas a orillas del humedal con capacidad para 6 y 12 personas respectivamente.
  • Contacto para reservas:
    Aylen Nahuelpan
    +56971364307